Ayer terminó el tortuoso camino de la llamada Ley Sinde y terminó siendo aprobada en el Congreso con el apoyo de los partidos políticos mayoritarios.
La famosa norma levantó discusiones de distintos ámbitos, pero la más ferviente fue la producida por las personas que defienden la libertad en internet, por ser el medio más importante de difusión de contenidos o información que existe actualmente.
Hace unas semanas escribí un post donde me cuestionaba la evolución que puede producirse en nuestra forma de pensar debido al uso de internet y las nuevas tecnologías de comunicación en nuestra vida cotidiana. Ciertamente no es el único cambio que aporta a la sociedad el ciberespacio. Este año ha comenzado con la característica fundamental del uso de redes sociales para desatar cambios políticos.
El norte del continente africano ha retumbado gracias a la unión de ciberactivistas a través de Facebook o Twitter. Primer fue Túnez, al que le siguió Egipto y ahora aparecen chispas revolucionarias en contra de gobiernos totalitarios de países como Libia y Marruecos.
Como la mayoría de los avances culturales, el mundo de internet tiene pros y contras.. Por un lado, puede convertirnos en seres superficiales enfocados en experiencias sin sentido y con poca capacidad de reflexión, pero por otro, nos permitiría comunicarnos con mayor facilidad, otorgándonos una unión y fortaleza importante como conjunto de personas.
Sin entrar a discutir acerca del contenido de la ley Sinde, se pueden sacar muchas conclusiones de la actitud de los políticos que la idearon y la forma con la que lucharon por su aprobación. En todo momento parecía mas importante mantener el control sobre el "peligroso" colectivo de los internautas que buscar un modelo viable para el desarrollo económico de bienes de propiedad intelectual en internet.
Todo ser humano desprovisto de la mínima libertad luchará para conseguirla, de cualquier forma posible. Si internet es una vía, seguirá siéndolo, aunque algunos pretendan evitarlo.
La famosa norma levantó discusiones de distintos ámbitos, pero la más ferviente fue la producida por las personas que defienden la libertad en internet, por ser el medio más importante de difusión de contenidos o información que existe actualmente.
Hace unas semanas escribí un post donde me cuestionaba la evolución que puede producirse en nuestra forma de pensar debido al uso de internet y las nuevas tecnologías de comunicación en nuestra vida cotidiana. Ciertamente no es el único cambio que aporta a la sociedad el ciberespacio. Este año ha comenzado con la característica fundamental del uso de redes sociales para desatar cambios políticos.
El norte del continente africano ha retumbado gracias a la unión de ciberactivistas a través de Facebook o Twitter. Primer fue Túnez, al que le siguió Egipto y ahora aparecen chispas revolucionarias en contra de gobiernos totalitarios de países como Libia y Marruecos.
Como la mayoría de los avances culturales, el mundo de internet tiene pros y contras.. Por un lado, puede convertirnos en seres superficiales enfocados en experiencias sin sentido y con poca capacidad de reflexión, pero por otro, nos permitiría comunicarnos con mayor facilidad, otorgándonos una unión y fortaleza importante como conjunto de personas.
Sin entrar a discutir acerca del contenido de la ley Sinde, se pueden sacar muchas conclusiones de la actitud de los políticos que la idearon y la forma con la que lucharon por su aprobación. En todo momento parecía mas importante mantener el control sobre el "peligroso" colectivo de los internautas que buscar un modelo viable para el desarrollo económico de bienes de propiedad intelectual en internet.
Todo ser humano desprovisto de la mínima libertad luchará para conseguirla, de cualquier forma posible. Si internet es una vía, seguirá siéndolo, aunque algunos pretendan evitarlo.
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