jueves, 10 de febrero de 2011

Divide et impera

Ya desde la época del imperio romano los líderes políticos y militares conocían la estrategia de dividir a las personas para impedir que aumentaran su fuerza al juntarse. Claro que la clave está en dividir las fuerzas del enemigo, no las propias o las aliadas.

Desde que Tomás Gómez comenzó a movilizarse hacia la silla que preside la Comunidad de Madrid ha insistido en dividir su fuerza. Todo comenzó con la batalla de las primarias contra Trinidad Jiménez, en la cual se puso en contra del mismísimo Zapatero. Pero a veces, la terquedad infantil puede dar resultados... como sucede cuando el niño grita hasta que cansa a los padres y los convence de que los lleve al parque.

Una vez ganada la primera batalla sufrió una emboscada por parte del tribunal que inhabilitó a Trinidad Rollán, su mano derecha en el batallón PSM, por la prevaricación cometida mientras fue alcaldesa de Torrejón de Ardoz. Sin embargo, Gómez rechazó los consejos y las opiniones de sus compañeros de partido, defendió a Rollán y la mantuvo en el partido, ante la mirada atónita de los soldados rasos que discutían por las noches sobre los actos del General Gómez.

Mientras tanto, en su tienda de campaña Gómez preparaba el próximo movimiento para la conquista de la silla presidencial, un ataque escurridizo por el cual impondría sobre su Coronel, el candidato al ayuntamiento, Jaime Lissavetzky, una lista con los compañeros a la batalla del ayuntamiento.

Con esa estrategia, demostraría su superioridad y garantizaría un apoyo importante en las filas, que anteriormente habían tenido que  discutir si quedarse con Gómez o Jiménez.

Lo interesante de la campaña de este General es que en ningún momento se ha enfrentado con el enemigo. Permanece firme en la posición de mantener dividido su ejército y alejar a sus aliados.. ¿Con quienes pretende Gómez ejercer la avanzada que le permitiría reclamar la presidencia de la Comunidad de Madrid?

Difícil saberlo.


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